domingo, 23 de diciembre de 2012

¿CHARLATANISMO GRAFOLÓGICO?




 Por Jaime Tutusaus.


Hace ya algún tiempo que se vienen dando muchos cursillos sobre "Grafología de la firma". No tenemos nada contra la enseñanza remunerada de la Grafología, pero sí que da la impresión de que ciertos cursillos suenan a "camelo”.
Ciertamente la firma es un elemento auxiliar, para el análisis de la escritura, pero aislada de ésta permite determinar "pocas cosas con certeza. La Grafología de la firma es más bien una cuestión monográfica dentro de la enseñanza de la Grafología.
En los múltiples contactos con personas que podríamos denominar "españoles de a pie" hemos observado que solamente tienen un conocimiento superficial de la Grafología y es al adquirido a través de la televisión. El 95 por ciento de los "encuestados" suelen preguntar entre escépticos e incrédulos: ¿es cierto que con la firma se puede saber cómo es una persona? Evidentemente, no. Se les contesta que es poco lo que se puede determinar y que la Grafología se basa en la escritura habitual del sujeto a base, si es posible, de diversas muestras gráficas, conteniendo como aditamento la firma. En otras palabras, que la determinación de algunos rasgos aislados no constituye un retrato completo.
Lo peor de tales apariciones televisivas es que siempre se trata la firma con tópicos repetidos e interpretaciones falaces y, frecuentemente, se acompaña con firmas de famosos, haciendo grafología a "toro pasado", lo cual es motivo de desprestigio para' la Grafología como ciencia. Más bien parece un "divertimento" o la buena ventura...
A nivel científico, reconocemos la labor hecha por autores tan insignes como Vels y R. Crepy, siendo sus observaciones de interpretaciones valiosísimas para el grafólogo profesional.
Entendemos que una cosa es difundir el conocimiento de la Grafología como ciencia seria y otra cosa es vulgarizar un aspecto de la misma, llamando a engaño a los neófitos sobre las posibilidades del análisis casi mágico de una simple firma.
Exagerando las posibilidades del análisis de la firma y uniéndolo a la superficialidad y al mercantilismo tenemos ya los ingredientes básicos para el charlatanismo. Estamos en una época en la que si no se presentan las cosas con claridad, se puede caer fácilmente en la confusión por una parte, o en el papanatismo por otra.
Los grafólogos italianos, por diversos motivos, no suelen dar una importancia excesiva a la firma y se concentran básicamente en el texto gráfico. Podemos citar, a tal efecto, a Totbidoni, Zanin, Moretti y Marchesan. Sin la firma hacen igualmente una labor extraordinaria, tanto en la elaboración de las bases científicas como en la aplicación práctica de la Grafología. Reconocemos que cuanto proviene de la escuela francesa o alemana sobre la firma constituye una aportación inapreciable, pero hemos de tomar conciencia de sus límites.
Un autor nada sospechoso de tomar una posición partidista, pues es el autor del libro titulado "Cómo conocer a una persona por su firma", Luc Uyttenhove, conocido grafólogo belga también autor de un libro de contenido altamente simbólico y original ("La nouvelle graphologie"), termina su libro sobre la firma con las siguientes consideraciones que debiéramos tomar en cuenta con la máxima seriedad:

"...una firma sola, con ser de por sí muy elocuente, sólo puede ser objeto de una contemplación pasiva; no es más que uno de .los elementos de estudio. La firma precisa de un texto, o sea, líneas escritas, para que se pueda realizar una operación de comparación.
Esta es la razón de que sea esencial la comparación entre las letras de la firma y las del texto y de que sólo ella permita una descripción, que a su vez va a permitir una explicación". "Por lo tanto, se puede añadir que el texto refleja el comportamiento social del escritor. Y esto, por contraste con su firma, que no dice nada de esencial y que no precisa ser leída, puesto que nada añada al cuerpo del texto escrito. Si hay un mensaje, éste no se encuentra más que en el texto. Así que la firma es inútil., al menos en lo que al fondo del acto. Se refiere".
"Los puntos de identidad o de discordancia gráficas entre el texto y la firma explicarán claramente los sentimientos personales del signatario, tanto con respecto a los demás como a él mismo. Quien dice equilibrio, dice unidad de actividad, estabilidad entre impulso y moderación, entre espontaneidad y reserva".
"No pueden el texto escrito y la firma estar, pues, disociados; ellos "conforman" el ambiente gráfico, el campo en que el ser se encuentra en contacto con los estímulos, los atractivos y las aversiones que condicionan su comportamiento. En dos palabras: el texto representa el destino social del escritor y la firma, su destino individual".





Fuente: Bol. 4 1988 La Redacción AGC. Jaime Tutusaus Lóvez.