EL CEREBRO ORGANIZACIÓN Y
FUNCIÓN
El
cerebro es el órgano que nos hace pensar, sentir, desear y actuar. Es el
asiento de múltiples y diferentes acciones tanto conscientes como no
conscientes, que nos permite responder a un mundo en continuo cambio y que demanda
respuestas rápidas y precisas.
En el
libro se considera “cerebro” a todo el encéfalo, comprendiendo los
dos hemisferios (mitades) cerebrales, el diencéfalo, el tronco encefálico, y el
cerebelo.
Una rápida visión anatómica del Cerebro
El
encéfalo pesa aproximadamente 1,3
kg y su tamaño es de 1380 centímetros
cúbicos. Esta alojado en la cavidad craneal que lo protege, con su cubierta
ósea, del medio externo, y está envuelto por unas membranas meníngeas y bañado por
liquido cefalorraquídeo. Mediante la abertura del agujero magno, el encéfalo se
continúa con la médula espinal, estructura compacta que contiene múltiples circuitos
intramedulares y haces de fibras nerviosas ascendentes y descendentes que permiten
al cerebro dirigir o supervisar la sensación y acción del resto del cuerpo.
Organización del Cerebro
El
cerebro tiene miles de millones de células nerviosas ( neuronas) y al menos el
doble de otras células (gliales). Las neuronas son los ladrillos con los que
está construido el cerebro y su propiedad más desarrollada es recibir, procesar
y transmitir información mediante la emisión de impulsos bio-eléctricos a
cientos de otras neuronas.
Esta aparentemente enmarañada red de neuronas se organiza
en la corteza cerebral, a nivel microscópico, en varias capas
(6) cada una con
unas entradas (aferencias) y salidas (eferencias) diferentes, conectando con
parte específicas del sistema nervioso. A la organización en capas se superpone
una organización modular, que permitiría el tratamiento específico de ciertas informaciones
por conjuntos de neuronas (las columnas).
La
complejidad de la organización del sistema nervioso humano sigue planteando importantes
retos a la ciencia, aunque mucho se ha avanzado en las últimas décadas.
El
cerebro tiene dos hemisferios (mitades), unidos por varios puentes, el mayor es
el cuerpo calloso con millones de fibras nerviosas que comunican ambos lados.
Cada
hemisferio cerebral tiene unos territorios definidos como lóbulos cerebrales, delimitados
por grandes surcos (Cisuras). Estos lóbulos son: el frontal, parietal, temporal
y occipital.
Hay una
diferenciación y complementariedad de funciones entre cada uno de ellos. A modo esquemático se puede decir que lóbulo
Frontal es el
encargado de decidir la conducta motora apropiada en cada caso. Cuando
vemos
una objeto que nuestro cerebro identifica como peligroso- una serpiente- , la
decisión de salir corriendo o quedarnos quietos se efectúa a nivel del lóbulo
frontal, interviniendo el sistema de detección de peligros (sistema límbico)
cargando de fuerza y emoción a nuestro accionar . Otro ejemplo más cotidiano,
pero no menos significativo, se da diariamente cuando colocamos la mano de
forma diferente para coger una taza o una cuchara. La manera que la mano actúa en el
plan motor- se define y decide en el lóbulo frontal. En el lóbulo frontal hay
una banda de tejido a modo de mapa anatómico de nuestro cuerpo “el
homúnculo motor” donde el tamaño de cada segmento
corporal es proporcional a la complejidad del movimiento y acción a realizar.
Así la mano, los dedos y la cara tienen, en este mapa, una mayor extensión que
los hombros o las caderas.
El
lóbulo frontal esta muy desarrollado en el ser humano albergando importantes tareas
no motoras como la
planificación de la conducta , el control de nuestras emociones, el
razonamiento y juicio que son funciones complejas no siempre fáciles de
analizar en el paciente con ictus. Las áreas responsables de estas habilidades están
por delante de las consagradas a la función motora (áreas premotoras y prefrontales)
Para
actuar necesitamos información de nuestro entorno y de nuestro propio cuerpo.
Así siguiendo con el ejemplo de la taza de café, no podríamos realizar una
tarea tan sencilla, si no detectáramos mediante nuestros sentidos el peso de la
cucharita que movemos, el tamaño de esta, el mapa de donde esta nuestra mano y
el recorrido que debemos realizar.
El lóbulo
parietal esta involucrado
en el mapa de “donde actuar” integrando la información sensorial interoceptiva
(de nuestro cuerpo: los músculos, articulaciones, tendones) y exteroceptiva
(del exterior). Se le atribuyen básicamente funciones sensitivas, asociativas,
así como de reconocimiento del espacio.
El lóbulo
occipital se
encarga básicamente de la visión, elabora la información visual aunque esta
trasciende a los lóbulos parietales y temporales.
El lóbulo
temporal es el
asiento de los últimos peldaños de procesamiento auditivo, así como el lugar
donde, en su cara medial, asientan importantes estructuras de la memoria
(hipocampo), y del sistema emotivo inconsciente (sistema límbico).
Pero los
2 hemisferios cerebrales no hacen lo mismo. En los seres humanos se reconoce
una lateralización de funciones. Es decir que la evolución se ha encargado de
sacar mayor partido mediante una división del trabajo entre las dos mitades del
cerebro (los hemisferios cerebrales). Así para el lenguaje el hemisferio que
contribuye en su producción y comprensión es – habitualmente - el hemisferio
izquierdo, destacando las siguientes áreas: la porción inferior del lóbulo frontal
(área de Broca); la región del lóbulo temporal lateral y superior (área
de Wernicke) y las
zonas circundantes entre estas áreas.
La mayor parte de la población es diestra, lo que
significa que su mano más hábil es la derecha, y el lado izquierdo del cerebro
es el que domina dicha mano y la mayoría de aspectos del lenguaje.
Así como
el desarrollo de la división de trabajo en la humanidad consiguió enriquecer las
artes y la ciencia hasta niveles desconocidos anteriormente este reparto de
funciones entre el lado derecho e izquierdo del cerebro habría posibilitado el desarrollo
de nuestras más refinadas habilidades intelectuales.
Pero el
cerebro pese a dividirse el trabajo entre diversas regiones y hemisferios funciona
como una unidad, logrando en tiempo real una acción coordinada y precisa.
Por
debajo del manto cortical (córtex cerebral) está la sustancia blanca
cerebral por donde cruzan los haces o manojos de fibras nerviosas, cada una con
un rumbo y tipo de información diferente. Debajo de esta sustancia blanca se
localizan los núcleos grises profundos (ganglios basales) que intervienen en múltiples
funciones, especialmente en la conducta motora.
El diencéfalo
está, entre y algo
por debajo de los 2 hemisferios, formado por el Tálamo y el Hipotálamo. El
Tálamo es la estructura que sirve de estación de procesamiento de información
sensitiva, motora, e interviene en el nivel de atención y alerta.
El
hipotálamo, siguiendo hacia abajo, tiene un rol central en la integración y regulación
de las funciones autonómica y hormonal. Las relaciones del diencéfalo hacia arriba
con los hemisferios cerebrales y hacia abajo con el tronco del encéfalo lo convierten
en la gran puerta de entrada al cerebro.
El
troncoencéfalo es asiento de importantes funciones vegetativas que mediante automatismos
bien conservados en el curso evolutivo, consiguen reajustar nuestro organismo a
las diferentes situaciones. Estos automatismos nos permiten seguir respirando
mientras dormimos, o despertarnos preparándonos para la acción cuando un ruido
intenso e inesperado rompe el descanso nocturno. Finalizamos nuestro recorrido con
el cerebelo que ocupa su posición por detrás y debajo del cerebro. Conectado con el
tronco cerebral, y a través de este con el cerebro y la médula espinal se
encarga fundamentalmente de la coordinación motora, determinando el ritmo y
ajuste perfecto de nuestros movimientos, así como del aprendizaje motor.
El
troncoencéfalo se continúa al salir del cráneo (la cabeza) con la médula
espinal que transcurre por el canal raquídeo (la columna) y que raramente se
afecta en el ictus, por lo que aquí se
acaba nuestro recorrido anatómico.
Los
déficit focales- La parálisis de la función
En este
apartado intentaremos describir el déficit más frecuente ocasionado por el
ictus.
La
lesión de una parte del cerebro suele manifestarse con una pérdida de función ó
déficit, no siempre tan fácil de reconocer como la parálisis de una extremidad
o la alteración del habla .
La PARÁLISIS
ó PARESIA: La
destrucción de la parte motora del lóbulo frontal (corteza) o sus vías a nivel
de la sustancia blanca del hemisferio o del tronco encéfalo, ocasiona una
parálisis. El grado de parálisis depende de la localización, tamaño y del grado
de destrucción. La hemiparesia o hemiplejía es la parálisis de la mitad del
cuerpo que puede afectar en distinto grado a la musculatura de la cara
(parálisis facial ), extremidad superior y la extremidad inferior .
Hay que
recordar que la vía motora se cruza al otro lado en el tronco del encéfalo.
Así la
vía corticospinal -o piramidal- (inicio en la corteza cerebral y que termina en
la médula espinal) se cruza a nivel del bulbo (parte inferior del
tronco-encefálico).
Por
lo que una embolia en el hemisferio izquierdo del cerebro, que afecte a la vía
motora, causará una parálisis de las extremidades derechas denominándose a
dicho déficit hemiparesia o hemiplejía derecha.
En ocasiones no hay una clara
pérdida de fuerza pero si se demuestra torpeza en los movimientos finos de la
mano (abrocharse los botones; escribir.)
LA
ALTERACIÓN DE LA SENSIBILIDAD:
El déficit
neurológico
también puede afectar al Lóbulo Parietal y /o las vías sensitivas somáticas,
con lo que la persona quedará con una pérdida de la sensibilidad de la mitad
opuesta del cuerpo. Las vías sensitivas también se
cruzan, es decir
cambian de lado, aunque no en los mismos lugares que
la vía motora. Así
la lesión del lóbulo parietal derecho da una pérdida de sensibilidad en el lado
izquierdo del cuerpo hemihipoestesia izquierda en este ejemplo. Y se añade, en
ocasiones, la anosognosia en la que el paciente queda postrado por la
parálisis de su brazo y pierna izquierda, pero no es consciente de
dicho déficit. Esta falta de reconocimiento del
déficit puede ser
de distinto grado, desde una sutil y transitoria inatención al hemicuerpo
afectado hasta la negación del mismo y que puede ser un obstáculo para una Rehabilitación eficaz.
Si se
afecta el lóbulo occipital o la vía visual, es frecuente la pérdida de visión
en el lado opuesto: la llamada hemianopsia.
EL TRASTORNO DEL HABLA.
La Afasia: Cuando el lóbulo temporal resulta dañado
por el ictus , en el lado izquierdo (dominante) en su área encargada del habla,
puede ocasionar una incapacidad para entender el lenguaje hablado (afasia de Wernicke
o de comprensión ) aunque, la persona puede decir palabras a buen ritmo pero
sin sentido. Si la lesión es a nivel del área motora del lenguaje del lóbulo
frontal izquierdo, el paciente puede entender lo que se le dice pero es incapaz
de contestar adecuadamente salvo con palabras sueltas o monosílabos. Es un
lenguaje pobre y poco fluido.
La
audición no se afecta clínicamente por una lesión unilateral del lóbulo
temporal.
OTROS SÍNTOMAS Y SIGNOS DE ENFERMEDAD
CEREBRAL: Pero no
solo hay déficit motores, sensitivos, visuales y del habla por lesiones del
cerebro. En ocasiones puede haber una alteración de la conducta, pérdida de la
capacidad para leer, o un articulación defectuosa del habla (disartria).
La
lesión del Tronco del Encéfalo habitualmente se manifiesta por vértigos acompañados
de visión doble, alteración de la marcha, pérdida de la fuerza y/o sensibilidad
en una distribución variable.
El daño
al cerebelo se suele manifestar como una incoordinación motora también llamada ataxia. El paciente puede tener
dificultad para caminar sin ayuda, o para coger objetos, sin encontrarse una
alteración de la fuerza o de la sensibilidad. Puede acompañarse de cambios en
la voz, vértigo, o quejas visuales no específicas.
OTRAS QUEJAS: La cefalea (dolor de cabeza) puede
acompañar o preceder al Ictus. En este caso la intensidad y clínica acompañante
permiten diferenciarla del dolor de cabeza ordinario. Puede acompañarse con
nauseas y vómitos, y alteración del nivel de conciencia (somnolencia, a estupor
y coma). Son más frecuentes, aunque no específicas, en las hemorragias
cerebrales.
Daniel Geffner
especialista médico nació en
Argentina en el año 1953. Estudió la
Carrera de Medicina en Buenos Aires, siguiendo la tradición
familiar --su padre era médico cirujano. En 1978 llega a España y
después de realizar la residencia en La Fe de Valencia, trabaja como médico de Medicina
General en Canarias, entre otros lugares. Una vez aprobó la oposición, se
incorpora al equipo de Neurología del Hospital General, Ha sido jefe de la
unidad de Neurología del Hospital General de Castellón y presidente del Comité
Organizador de la XX
reunión anual de la
Sociedad Valenciana de Neurología.
Fuente:Capítulo 2: EL CEREBRO ORGANIZACIÓN Y FUNCIÓN
Dr. Daniel Geffner
Dr. Daniel Geffner