lunes, 23 de septiembre de 2013

Julio Cortázar





Grave problema argentino:
Querido, estimado o el nombre a secas por Julio Cortazar

Usted se reirá, pero es uno de los problemas argentinos más difíciles de resolver.
Dado nuestro carácter (problema central que dejamos por esta vez a los sociólogos) – el encabezamiento de las cartas plantea dificultades hasta ahora insuperables. Concretamente, cuando un escritor tiene que escribirle a un colega de quien no es amigo personal,  y ha de combinar la cortesía con la verdad, ahí empieza el crujir de plumas.
Usted es novelista y tiene que escribirle a otro novelista, usted es poeta e ídem, usted es cuentista.  Toma una hermosa hoja de papel, y pone: “Señor Oscar Frumento. Garabato 1787, Buenos Aires.  Deja un buen espacio (las cartas ventiladas son las más elegantes) y se dispone a empezar. No tiene ninguna confianza con Frumento, no es amigo de Frumento, él es novelista y usted también, en realidad usted es mejor novelista que él, pero no cabe duda de que él piensa lo contrario.
A un señor que es un colega pero no un amigo  no se le puede decir  “Querido Frumento”. No se le puede decir por la sencilla razón de que usted no lo quiere a Frumento. Ponerle querido es casi lascivo, en todo caso una mentira que Frumento recibirá con una sonrisa tetánica. La gran solución argentina parece ser, en esos casos, escribir: “estimado Frumento. es más distante, más objetivo, prueba un sentimiento cordial y un reconocimiento de valores. Pero si usted le escribe a Frumento para anunciarle que por paquete postal le envía su último libro ha puesto una dedicatoria en la que se habla de admiración (es de lo que más se habla en las dedicatorias). ¡ Cómo lo va a tratar de estimado en la carta?  Estimado es un término que rezuma indiferencia, oficina, balance anual, desalojo, ruptura de relaciones, cuenta del gas, cuota del sastre.
Usted piensa desesperadamente en una alternativa y no la encuentra: en Argentina somos queridos o estimados y sanseacabó.
Hubo una época (yo era joven y usaba rancho de paja) en que muchas cartas empezaban directamente después del lugar y la fecha, el otro día encontré una, muy amarillita la pobre, y me pareció un monstruo, una abominación. ¿Cómo le vamos a escribir a Frumento  sin primero identificarlo ( Frumento) y luego calificarlo ( querido/estimado) . Se comprende que el sistema de mensaje directo haya caído en desuso  o que quede reservado únicamente para esas cartas que empiezan: “Un canalla como usted, etc “o “Le doy 3 días para abonar el alquiler “cosas así.
Más se piensa menos se ve la posibilidad de una tercera posición entre querido y estimado. de algo hay que tratarlo a Frumento, y lo primero es mucho y lo segundo frigidaire.
Variantes como “apreciado” y “distinguido”  quedan descartadas por tilingas y cursis.  Si uno le llama “maestro” a Frumento es capaz de creer que le está tomando el pelo,  Por más vueltas que le demos se vuelve a caer en querido o estimado. Che, ¿no se podría inventar otra cosa? Los argentinos necesitamos que nos desalmidonen un poco, que nos enseñen a escribir con naturalidad: “Pibe Frumento, gracias por tu último libro” o con afecto “Ñato, qué novela te mandaste” o con distancia pero sinceramente: “Hermano, con las oportunidades que habla en la fruticultura”, entradas en materia que concilien la veracidad  con la llaneza. pero será difícil, porque todos nosotros somos o estimados o queridos, y así nos va.



Bibliografía:

La vuelta al día en 80 mundos. Siglo XXI editores S. A. Págs., 49/50. 1984.


  

jueves, 19 de septiembre de 2013

Reeducación gráfica






PSICOMOTRICIDAD Y ESCRITURA

INCIDENCIA DE LA PSICOMOTRICIDAD EN EL GRAFISMO


" El acto de escribir no responde a un simple aprendizaje y menos todavía si éste es entendido como un adiestramiento. Escribir exige unas capacidades motrices, perceptivas, simbólicas y relacionales que van evolucionando conjuntamente con el desarrollo psicomotor, es decir, con el desarrollo motor, afectivo e intelectual del individuo.

El trazo es el testimonio del diálogo que, a través del gesto, el sujeto va estableciendo consigo mismo y con los demás a lo largo de su vida, contemplada ésta como un proceso en constante evolución, en donde la interrelación con el entorno físico y humano posibilita la instauración de una comunicación que, a su vez, a modo de "feed-back", favorece la interacción con el medio.

Así, en la dinámica de la escritura queda reflejada la dinámica comunicativa, ya que se pone de manifiesto la realidad tónico-emocional del individuo, de modo que la expresión gráfica se convierte en el equivalente de la expresión abstracta y de la expresión corporal.

El desarrollo de la escritura revela el recorrido personal en la búsqueda de una identidad individual y social, íntimamente relacionada con la elaboración de la imagen corporal, en la que participan significativamente las experiencias motrices vividas desde el nacimiento, las cuales permiten asimilar e integrar, a través del movimiento, las coordenadas espaciales y temporales que requiere la representación gráfica.

La adquisición de la escritura en el niño puede plantearse desde una doble perspectiva. Por una parte, se trata de una “praxis", con una finalidad concreta, en la que es necesaria una coordinación motriz, una estructuración espacio-temporal, una organización viso-manual, etc., es decir, en la que deben ponerse en juego una serie de mecanismos perceptivos y motores que controlen y faciliten, a la vez, una actividad convencional y codificada, con unas exigencias sociales de velocidad y legibilidad, que dependen de la organización del espacio gráfico, forma de las letras, su unión y estructuración, etc.

Por otra parte, escribir también supone la asimilación previa de otro sistema de comunicación simbólico, el verbal, ya que la escritura es la representación gráfica del lenguaje, cuyo proceso evolutivo es paralelo al desarrollo psicomotor en el niño.

No cabe duda de que el aprendizaje de la escritura es de una especial complejidad, ya que exige un nivel de desarrollo motor, afectivo e intelectual que hunde sus raíces en las primeras relaciones tónicas del diálogo del recién nacido con la figura materna. Será a partir de esas primeras experiencias del cuerpo, vivido como una totalidad y cargado de todo un contenido emocional, de donde irán emergiendo las diferentes funciones mentales.

En suma, se trata de un aprendizaje en el que se hallan implicados tanto elementos madurativos neurofisiológicos, como psicológicos, en definitiva, de la persona en su totalidad psicofísica.


Desde otro punto de vista, la escritura, además de constituirse en un instrumento a disposición del lenguaje, también ofrece la posibilidad de poder observar a través de los parámetros psicomotores y grafológicos, el desarrollo grafomotor y de la personalidad. Dicho de otro modo, nos transmite el nivel y/o las alteraciones respecto a las etapas precaligráfica, caligráfica y postcaligráfica, así como mediante el trazado espontáneo se manifiestan los factores que, a través del tono, el ritmo y la simbología espacial, evidencian las características personales, las diferencias individuales, las emociones, las motivaciones, la visión del mundo, etc., puesto que el gesto gráfico supone una huella que registra, a modo de expresión externa, la realidad interna de la persona.


Tanto la enseñanza de la escritura como su utilización, en cuanto que instrumento de análisis, o bien como base de reeducación o terapia, dada la pluralidad de elementos que entran en acción, nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de una interdisciplinariedad, es decir, de una aproximación e intercambio de información entre diversos profesionales, como grafólogos y psicomotricistas, en una relación enriquecedora, tanto para la Psicología como para la Pedagogía, en definitiva, para el conocimiento científico y para una profesionalidad que se enfrenta, en el quehacer diario, a una realidad tan compleja como la del ser humano."


Fuente: Dra. ESPERANZA FONTA  (Bol. 20 AGC 1998)








viernes, 13 de septiembre de 2013

Carta a quien pretenda enseñar

 Paulo Freire



<<(...) la tarea del docente, que también es aprendiz, es placentera y a la vez exigente. Exige seriedad, preparación científica, preparación física, emocional, afectiva. Es una tarea que requiere, de quien se compromete con ella, un gusto especial de querer bien, no sólo a los otros sino al propio proceso que ella implica. Es imposible enseñar sin ese coraje de querer bien, sin la valentía de los que insisten mil veces antes de desistir. Es imposible enseñar sin la capacidad forjada, inventada, bien cuidada de amar. (...)


Es preciso atreverse en el sentido pleno de esta palabra para hablar de amor sin temor de ser llamado blandengue, o meloso, acientífico si es que no anticientífico. Es preciso atreverse para decir científicamente, y no bla-blablantemente, que estudiamos, aprendemos, enseñamos y conocemos con nuestro cuerpo entero. Con los sentimientos, con las emociones, con los deseos, con los miedos, con las dudas, con la pasión y también con la razón crítica. Jamás solo con esta última. Es preciso atreverse para jamás dicotomizar lo cognoscitivo de lo emocional. Es preciso atreverse para quedarse o permanecer enseñando por largo tiempo en las condiciones que conocemos, mal pagados, sin ser respetados y resistiendo el riesgo de caer vencidos por el cinismo. Es preciso atreverse, aprender a atreverse, para decir no a la burocratización de la mente a la que nos exponemos diariamente. Es preciso atreverse para continuar cuando a veces se puede dejar de hacerlo, con ventajas materiales.



Sin embargo nada de esto convierte la tarea de enseñar en un quehacer de seres pacientes, dóciles, acomodados, porque son portadores de una misión tan ejemplar que no se puede conciliar con actos de rebeldía, de protesta, como las huelgas por ejemplo. La tarea de enseñar es una tarea profesional que exige amorosidad, creatividad, competencia científica, pero rechaza la estrechez cientificista, que exige la capacidad de luchar por la libertad sin la cual la propia tarea perece.>>