Grave
problema argentino:
Querido,
estimado o el nombre a secas por Julio Cortazar
Usted se
reirá, pero es uno de los problemas argentinos más difíciles de resolver.
Dado nuestro
carácter (problema central que dejamos por esta vez a los sociólogos) – el encabezamiento
de las cartas plantea dificultades hasta ahora insuperables. Concretamente,
cuando un escritor tiene que escribirle a un colega de quien no es amigo
personal, y ha de combinar la cortesía
con la verdad, ahí empieza el crujir de plumas.
Usted es
novelista y tiene que escribirle a otro novelista, usted es poeta e ídem, usted
es cuentista. Toma una hermosa hoja de
papel, y pone: “Señor Oscar Frumento. Garabato 1787, Buenos Aires. Deja un buen espacio (las cartas ventiladas
son las más elegantes) y se dispone a empezar. No tiene ninguna confianza con
Frumento, no es amigo de Frumento, él es novelista y usted también, en realidad
usted es mejor novelista que él, pero no cabe duda de que él piensa lo
contrario.
A un señor
que es un colega pero no un amigo no se
le puede decir “Querido Frumento”. No se
le puede decir por la sencilla razón de que usted no lo quiere a Frumento.
Ponerle querido es casi lascivo, en todo caso una mentira que Frumento recibirá
con una sonrisa tetánica. La gran solución argentina parece ser, en esos casos,
escribir: “estimado Frumento. es más distante, más objetivo, prueba un
sentimiento cordial y un reconocimiento de valores. Pero si usted le escribe a
Frumento para anunciarle que por paquete postal le envía su último libro ha
puesto una dedicatoria en la que se habla de admiración (es de lo que más se
habla en las dedicatorias). ¡ Cómo lo va a tratar de estimado en la carta? Estimado es un término que rezuma
indiferencia, oficina, balance anual, desalojo, ruptura de relaciones, cuenta
del gas, cuota del sastre.
Usted piensa
desesperadamente en una alternativa y no la encuentra: en Argentina somos
queridos o estimados y sanseacabó.
Hubo una
época (yo era joven y usaba rancho de paja) en que muchas cartas empezaban directamente
después del lugar y la fecha, el otro día encontré una, muy amarillita la
pobre, y me pareció un monstruo, una abominación. ¿Cómo le vamos a escribir a
Frumento sin primero identificarlo (
Frumento) y luego calificarlo ( querido/estimado) . Se comprende que el sistema
de mensaje directo haya caído en desuso
o que quede reservado únicamente para esas cartas que empiezan: “Un
canalla como usted, etc “o “Le doy 3 días para abonar el alquiler “cosas así.
Más se
piensa menos se ve la posibilidad de una tercera posición entre querido y
estimado. de algo hay que tratarlo a Frumento, y lo primero es mucho y lo
segundo frigidaire.
Variantes
como “apreciado” y “distinguido” quedan
descartadas por tilingas y cursis. Si
uno le llama “maestro” a Frumento es capaz de creer que le está tomando el
pelo, Por más vueltas que le demos se
vuelve a caer en querido o estimado. Che, ¿no se podría inventar otra cosa? Los
argentinos necesitamos que nos desalmidonen un poco, que nos enseñen a escribir
con naturalidad: “Pibe Frumento, gracias por tu último libro” o con afecto
“Ñato, qué novela te mandaste” o con distancia pero sinceramente: “Hermano, con
las oportunidades que habla en la fruticultura”, entradas en materia que
concilien la veracidad con la llaneza.
pero será difícil, porque todos nosotros somos o estimados o queridos, y así
nos va.
Bibliografía:
La vuelta al día en 80 mundos. Siglo XXI
editores S. A. Págs., 49/50. 1984.