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lunes, 12 de noviembre de 2012


Grafología
 Reeducaciòn gràfica





Por Eva Procopio


La reeducacion gráfica es un saber cuyo objetivo es corregir las dificultades caracterológicas que se proyectan en el grafismo de un sujeto. Para lograr tal objetivo el reeducador planifica un proceso de trabajo de complejidad gradual  tendiente a modificar el gesto gráfico. Corrección que, por otra parte, redundará en la modificación de la conducta por que [1]el gesto gráfico repetido en forma habitual y metódicamente disciplinado influye sobre el psiquismo correspondiente a esa grafía”
La finalidad de la reeducacion gráfica es lograr el máximo de eficiencia con el mínimo consumo  energético. “Máxima eficacia” no implica perfección absoluta o adquisición modélica de la escritura del adulto, sino el alcance de excelencia del propio estilo escritural en base a las reglas y/o normas convencionales e impuestas por el sistema del Lenguaje imperante en la cultura del individuo.
La evolución “normal” de la escritura  se inicia con el aprendizaje voluntario, continúa con  el logro de automatizar el gesto y culmina en la personalización  de los trazos gráficos. Para alcanzar este objetivo convergen en paralelo: aspectos cognitivos, emocionales, evolutivos, sociales, afectivos, familiares, neurofisiológicos, funcionales, motores, posturales, educativos, genèticos, entre otros.
El ser humano para alcanzar un desarrollo grafomotriz óptimo, recorre  distintas etapas que involucran perspectivas de maduración psicofísicas: plano motor, plano perceptivo, plano simbólico, etapa oral, anal, fàlica y latencia, estadio preoperatorio, operatorio y abstracto. Etapas Precaligráfica, caligráfica y postcaligráfica.
Cada instancia posee  características esperables. El reeducador, trabaja, justamente y  sobre las proyecciones que quedan fuera del rango modular.  Su  pericia  reside, entonces,  en  conocer lo esperable para reconocer lo infrecuente y elaborar un plan de trabajo consecuente y personalizado. No es el fin  focalizar en lo negativo o anómalo del grafismo con intención de abrir juicio valorativo, sino prestar atención a estos rasgos llamativos para evaluar la estrategia a seguir en beneficio del reeducando.  Los ejercicios  se diagraman para cada sujeto. No es dable aplicar un molde o método universal.
El grafólogo especializado en reeducacion gráfica es un auxiliar de la tarea educativa ya que provee de valiosos datos sobre el grado de madurez de los alumnos. Como profesional, ofrece una invaluable colaboración para conocer el carácter infantil.
No está de más recordar que al  realizar el estudio de la escritura de un niño se tiene en cuenta que la personalidad del mismo está en evolución constante y en proceso contìnuo de formación.
La reeducación gráfica infantil se especializa en los inconvenientes que presentan  niños entre los 7 y los 13 años, y la reeducación gráfica adulta aborda desde los  14 años en adelante.

Para Ajuriaguerra la multiplicidad de factores que influyen en las dificultades de la escritura plantea, ante cualquier enseñanza y recuperación, la realización de un diagn6stico adecuado en las capacidades y dificultades personales. No se trata sólo  de conocer la estructura actual del trastorno, sino también de comprender las circunstancias que lo han producido y conducido a su forma actual. La falta de su conocimiento origina que el aprendizaje se realice sobre bases falsas y que se acumulen 1os errores instructivos.

“Queda así enmarcado el diagnóstico grafico como la primera fase de la reeducación gráfica”.


Fundamentos de la reeducacion gráfica:

Ø     Reflejos condicionados de Pavlov
Ø     Plasticidad neuronal  de Eric Kandel
Ø     Neurociencias.

Líneas de trabajo:

Ø     Julián de Ajuriaguerra: neuropsiquiatra infantil.
Ø     Robert oliveaux; doctor de la universidad de Paris. Doctor en pedagogía.


Metodología de trabajo:

Inicial:

Ø     Entrevista; (Si es menor: con los padres).
Ø     Anamnesis (perspectiva grafológica).  Datos sobre la modalidad de aprendizaje.
Ø     Exámenes: psicológico + neurológico + clínico ( constatar que se han hecho)


Con el niño/ adolescente/ adulto:

Ø        Capturas gráficas.
Ø        Observación de la motricidad gráfica durante la captura.
Ø Técnicas  proyectivas complementarias analizadas desde la perspectiva grafològica.



Profesional grafólogo:

Ø     Diagnóstico gráfico.
Ø     Estrategias de trabajo personalizado ( si fuera necesario)


La reeducacion gráfica se interrumpe:

Ø     Cuando se alcanzaron los objetivos.
Ø     Cuando el reeducando no estuviere motivo y por tanto, no cumpliera con los ejercicios propuestos en su beneficio.


Diagramación del trabajo:

Ø     1 día  por semana reeducando trabajará en presencia del  reeducador por espacio de 30 minutos al principio y hasta llegar, paulatinamente  a 60 minutos.

Ø     1 día a la semana y a elección el reeducando será  libre.

Ø     5 días de la semana el reeducando realizará en su domicilio la tarea propuesta por el reeducador.

Adulto: es conveniente que realice la actividad propuesta por el reeducador, por la noche.
Niño: es conveniente que realice la actividad propuesta por el reeducador por la mañana o por la tarde.




Tiempo estimable de la reeducacion:

Ø     Mínimo: 20 encuentros
Ø     Máximo: Puede extenderse entre 9  meses a año y medio. Depende del devenir del proceso


Útiles:

Ø     Lápiz negro y  de colores al principio. Avanzado el proceso de reeducacion se pueden utilizar biromes de color: roja, verde y  azul.
Ø     Soportes: hojas lisas, blancas o de colores y de distintos formatos.
Ø     Témperas, pinceles.
Ø     Plastilinas.
Ø     Pizarras
Ø     Otros elementos.

Los útiles necesarios varían de acuerdo al diagnóstico gráfico y de la estrategia de trabajo que implemente el grafólogo.


Técnicas a utilizar:

Ø     Relajación: método shultz hablamos de relajación no de meditación.
Ø     Técnicas Pictográficas
Ø     Técnicas Escriptográficas.



Beneficios que aporta la reeducacòn gráfica 


Ø     Mejora el rendimiento escolar/laboral / cotidiano 
Ø     Optimiza la asimilación de conocimientos. 
Ø     Asiste al hábito de estudio
Ø     Promueve la constancia.
Ø     Aumenta la concentración y el orden.
Ø     Corrige la disgrafía y la dislexia. 
Ø     Refuerza la  voluntad.
Ø     Aumenta la autoestima y la seguridad
Ø     Favorece la comunicación y la sociabilidad.
Ø     Otros. 

Para ser reeducador gráfico es menester:

Ø     Ser grafólogo oficial, público, grafoanalista  y cursar la especialización post titulo.

Ø     Conocer el fundamento de ésta técnica, su especificidad, método, aplicación, alcances, límites.

Ø     Saber las etapas/procesos evolutivos del desarrollo humano desde las distintas perspectivas que lo involucran: Piaget + Freud + Luria + ajuriaguerra + Taján + Oliveaux, entre otros.

Ø     Investigar  las bases grafopsicológicas de la Reeducación por la escritura, respetar la metodología de trabajo científico,  aplicar un correcto protocolo de entrevista desde la perspectiva grafológica, realizar el análisis previo del contexto gráfico para instrumentar, así, los ejercicios convenientes al caso a los efectos de  lograr los mayores beneficios para el reeducando.


Ø     Reconocer en un escrito todas las  anomalías y todo signo de adaptación e inadaptación en el hombre, abordando este estudio, desde el área proyectiva de su manifestación gráfica, sin perjuicio de los aspectos evolutivos del análisis grafotécnico – grafomotriz.

Ø     incorporar la técnica de Reeducación de la escritura y  reconocer anormalidades y zonas de conflicto  instrumentando adecuadamente los ejercicios indicados en cada caso en particular,


Ø     Anexar la perspectiva neurocientífica  para aplicarla en los diagnósticos gráficos

Ø     Capacitación contìnua.









Para trabajar con menores es necesaria la autorización


escrita de padres, tutores o adultos a cargo.




Bibliografía consultada:


1.      Ajuriaguerra, j y M auzias: la escritura del niño (volumen 1). La reeducacion de la escritura  (volumen 11). Editorial laia. Barcelona. 1973

2.      Ansermet, Francois y Magistretto, Pierre: A cada cual su cerebro .plasticidad neuronal e inconsciente. Katz editoras. Tercera edición 2010.

3.      Crotti, Eva y Magni Alberto: Garabatos. El lenguaje secreto de los niños. Segunda edición. Buenos aires. 2009.

4.      Filloux, Jean claude: La personalidad. Editorial universitaria de buenos aires.1987

5.      Foglia, pedro José: Grafología infantil pedagógica. Editorial Educa  buenos aires. 2008

6.      Foglia, Pedro José: signos de enfermedad en la escritura. Editorial Puma.


7.      Hammer, Emmanuel: test proyectivos gráficos. Editorial Paidòs. 2010

8.      Olivaux, Robert: De la observación de la escritura a la comprensión de la personalidad. Editorial lancelot. Buenos aires. 2009.

9.  Taján, Alfred: La grafomotricidad. Editorial Marfil SA: 1984

10.  Vels, augusto: Diccionario de Grafología y términos psicológicos afines.

11.  Zilliotto, Adriana: Conozcamos a nuestros alumnos a través de la escritura. Buenos Aires, 2002.






 Preguntar a quien sabe…es indicio de inteligencia.
Eva procopio
Grafólogo oficial.

Contacto:



[1] Doctor Strelestski


domingo, 21 de octubre de 2012

Reflexionando al pasar y no tanto



Hablemos de Grafología…trazos màs, trazos menos.
Por Eva procopio

Cada sociedad establece, respalda  y hace respetar normas de convivencia que se van reformando a medida que el tiempo transcurre y que la cultura, por evolución, modifica.
Casa individuo, miembro de esa sociedad, vivencia las pautas de manera particular y puede adaptarse a ellas o resistirse. La adaptación o no al sistema heredado se proyectará en todas las áreas del quehacer humano: conducta, vestimenta, creencias, habla y en la escritura también
La escritura, como compendio de los trazos de un sujeto, es una herramienta universal pasible de ser analizada por ser portadora inequívoca de la esencia  de su  creador 
Los constructos convencionales como el Lenguaje, dejan su impronta en el ser que se desarrolla, madura,  evoluciona y vive en un espacio geográfico, cultural, social, y temporal determinado.
El sujeto, como eslabón vedette de la cadena humana, puede ser moldeado sin ofrecer resistencia, adaptarse con madurez, plantarse agresivo y romper las normas a modo de protesta o vivir fuera del sistema. Sea la actitud que prefiera, sea el modo de vida que elija, sea la salida que instrumente, sea lo que fuere que haga o decida hacer, quedará plasmado en su  pauta escritural. Pauta que es   el objeto de estudio de la Grafologia y cuyo análisis  permite conocer aspectos del sujeto tales como:

Ø       Nivel de confiabilidad
Ø       Madurez/inmadurez emocional.
Ø       Agresividad/ violencia
Ø       Grado de adaptación
Ø       Presencia/ausencia de evolución gráfica
Ø       Presencia de disgrafías
Ø       competencias..
Ø       Calidad de las Relación interpersonales.
Ø       Respuesta ante los conflictos:
Ø       Posible consumo de estupefacientes.
Ø       Salud psicofísica.
Ø       Actitudes
Ø       Aptitudes
Ø       Tendencias
Ø       otros


Analizar un grafismo no es armar un rompecabezas con elementos diseminados. No se trata de conjugar signos sueltos, de disecar la escritura, desagregarla y sacar conclusiones rápidas y sin fundamentos.
La escritura no es una masa amorfa o inherente compuesta  de elementos azarosos. Por el contrario, escribir significa vivir en el espacio simbólico del soporte, es ser mientras se ejecuta  el hilo gráfico
Escribir es un proceso de vida que se realiza con vida, por tanto, la mano, la pierna, la boca o el medio que permita llevar adelante el acto escritural,  es una prolongación del sujeto operador. Prolongación que  involucra al ser todo.

Hacer un diagnóstico gráfico implica, en principio, respeto y  responsabilidad suprema hacia el otro. Responsabilidad que se manifiesta al aplicar el método grafológico según protocolo y ética profesional. Responsabilidad que implica no tomar atajos inciertos en el camino del análisis. Responsabilidad que excluye la teatralidad narcisista de mostrar cuánto se sabe  aun antes de sentarse a trabajar.
El respeto se evidencia  en la formación profesional constante, en la tarea investigativa, en el interés por conocer otros campos que aportan datos significativos: psiquiatría, educación, neurociencia, psicología, sociología, psicomotricidad, antropología, entre tantos
La Grafología no es un saber huérfano o paria, sin  genética formativa, Es un conocimiento que se sustenta en otros que la refuerzan  y que a su vez, pueden nutrirse de ella.

Capacitarse es un deber  profesional.

Muchas gracias, hasta pronto.
                                                                                                     
                                                                                                         

viernes, 19 de octubre de 2012

Cambios en tu hijo adolescente de Roberto Fontanarrosa



 

Cambios en tu hijo adolescente

Roberto Fontanarrosa  

El creador de Boogie e Inodoro Pereyra es también un cuentista excepcional, experto en el uso de la parodia, como lo demuestra el presente relato

Tu hijo adolescente está cambiando. Y está cambiando a ojos vista. Lo miras cuando duerme y te asombras de que los pies le asomen una cuarta por el extremo más lejano de la cama. Los brazos se le enredan, como si no encontraran sitio, y la cabeza pende por la otra punta de su lecho como la de un pollo muerto. ¡Y es la misma cama que parecía enorme para él no hace tantos años, cuando con tu esposa decidieron cambiarlo de la cunita con barrotes porque saltaba afuera de ella como si fuese un mono!
Tu hijo ya no tiene el rostro redondeado y rubicundo de cuando era un niño, sino que la cara ha adquirido rasgos angulosos y su color se torna, día a día, más verdoso. Incluso sus movimientos no tienen ahora la armonía de cuando pequeño, cuando todo, absolutamente todo lo que hacía era gracioso. Arrojaba un plato de sopa al piso y era encantador. Aplastaba con su pequeño piecito las mejores flores del jardín de tu casa y arrancaba risas. Retorcía con saña la piel sedosa del paciente perro y movía a elogios.
Ahora está algo torpe, desmañado y le cuesta habituarse a sus nuevas medidas antropométricas, las que ha adquirido durante el desarrollo. Se golpea frecuentemente contra las puertas del aparador, empuja sin querer con los codos los vasos de la mesa y se da la frente con estruendo contra el dintel de la puerta del fondo. “¿Qué está ocurriendo con mi hijo?”, te preguntas. ¿Qué fenómeno mutante le sucede, que se levanta una mañana y ha crecido cinco centímetros, sale de dos días con fiebre y se ha estirado ocho? Porque, incluso, seamos sinceros: huele mal. El sabandija huele a rayos. ¿Adónde quedó ese aroma a talco boratado, a jabón Lanoleche y a perfume suave que lo envolvía como una nube celestial cuando era muy niño y daba placer estrujarlo? Ahora emana un tufillo confuso a almizcle y a aguas servidas, a goma agria y a perro mojado. Cuando tú entras en su habitación respiras el aire denso del encierro, un pesado vaho a zoológico, a establo, a pesebre, a leonera, a mingitorio de baño público. Además, el sabandija se niega a bañarse. No te lo dice directamente, no te enfrenta mirándote a los ojos cuando se resiste a entrar a la bañera, no. Pero elude el momento, se olvida, finge no tener tiempo, aduce que el estudio le quita oportunidades de asearse. Tu esposa le ha comprado cientos de nuevas camisetas, algunas de ellas con estampados jubilosos, alegres, juveniles. Tu hijo, sin embargo, se empecina en usar siempre la misma camiseta negra, arrugada, con el estampado en blanco de un cocodrilo del Ganges, con la que ha dormido las últimas nueve noches. Ahora mismo, mientras lo miras durmiendo despatarrado sobre la cama que ya le queda chica, adviertes que sus piernas, esas mismas piernas que, cuando bebé, eran cortas extremidades rollizas, infladas, rosáceas y regordetas son, de pronto, largas piernas huesudas que, en sectores, muestran una granulosidad plena de canutos similar a la de la piel de los pollos congelados. Y en otras zonas unos enormes, largos y negros pelos simiescos que confieren a tu hijo una apariencia silvestre. Su piel, por otra parte, en estos momentos, ya no es más la tersa y suave que tanto te gustaba tocar cuando no tenía más de 9 años. Tu hijo está viviendo una explosión hormonal, sus glándulas sebáceas se han declarado en estado de alerta máxima, y revientan, especialmente sobre la superficie de su rostro, centenares de nuevos granos amarillentos, cerúleos y purulentos. ¿Qué hay, incluso, sobre sus labios amoratados? Detectas una sombra. Pero no es, precisamente, la sombra de su sonrisa, como bien lo poetizaba la canción aquélla. Es un bozo, una pelusa de bigote, una suerte de suciedad grisácea que brinda a su labio superior un ribete desprolijo, como si no se hubiese limpiado la base de la nariz luego de comer cenizas. Pero mucho te equivocarías si tan sólo te detuvieras en eso, en la observación de los cambios físicos, notorios y evidentes. Si sólo te quedaras en precisar que su cabello opaco se enreda en grumos intrincados, sus rodillas tienen la dimensión de dos tazas de café y su aliento huele a comadreja. Ocurre algo más, algo más profundo y complicado aparte del replanteo de diseño y decoración personal de tu hijo. Ocurre algo más y es esto: tu hijo está cambiando como persona, como ser humano. Como las serpientes, está mudando de piel y de personalidad. Hay veces –muchas, debes confesarlo en que le hablas y no te oye. Parece escucharte, pero no registra en lo más mínimo lo que le has dicho. O masculla, simplemente: “Sí, sí, está bien. Está bien”, como se les dice a los locos, sólo para conformarlos. O, cuando le reprochas algo, responde con frases de un cinismo notable tales como “Mala suerte” o “Qué pena”, como aseverando que tus desvelos por corregirlo serán vanos, morirán, infructuosos, aplastados por los ya escritos designios del destino. O sólo contesta con un desafiante e insolente “¿Y...?” cuando su madre le recuerda que no ha ido este mes a visitar a sus tíos. Y hay otro llamado de atención, te recuerdo, muy claro y estremecedor, convengamos: en ocasiones te mira como para matarte. Aquellos ojos de ardilla que se abrían encantadores cuando tú le mostrabas el libro con la historia de los dos ositos, ahora se clavan en los tuyos y tú adviertes, lisa y llanamente, que tras sus pupilas titila un brillo asesino, el mismo que alumbrara la locura homicida de Charles Manson.
Tú te has atrevido a entrar en su habitación luego de golpear un par de veces, desde luego. Le has recordado que debe ir a limpiar el baño que quedó hecho un lodazal luego de que él, por fin, accediera a darse la ducha semanal, y has interrumpido su videojuego en la computadora. Te dijo, rumiante, que ya iría a secar el baño, pero tú, imprudente, has insistido. Es entonces cuando él te mira tal como lo describíamos. Te mira y te dice, con una voz donde relampaguea una inflexión filosa y acerada, separando notoriamente cada sílaba: “Te-dije-que-ya-iba-a-ir”. Y serpentea por sus palabras una apenas velada amenaza de homicidio. ¡Es él, tu hijo, el mismo niño que para las Navidades cantaba junto a ti villancicos con voz dulce y graciosa! Algo se está solidificando dentro del magma espiritual de tu muchacho. Algo, dentro de esa corriente de agua pura y cristalina que era tu pequeño, se está congelando, está creando sus propios ángulos y sus propias aristas. Has palpado algo duro allí dentro, por cierto. ¿Dónde ha quedado aquella personita minúscula, genuinamente inocente, que se creía la historia del ratoncito que deposita dinero a cambio de un diente caído? Tú mismo empezaste a cambiarla cuando le enseñaste a negociar, te informo. Les has vendido espejitos a los indios, mi amigo. Les has mostrado el poder del canje, les has cambiado pieles de zorro por aguardiente. Ahora saben que tú debes darles algo cuando les pidas alguna cosa. Tu propia esposa inició a tu hijo en eso cuando le prometía dejarlo ver el programa de televisión con los Muppets si él era tan bueno de comer la primera cucharada de la repugnante papilla. Tú mismo lo acostumbraste a la extorsión cuando negociaste no llevarlo sobre tus hombros en el paseo por el shopping vecino a cambio de comprarle un chupetín con forma de rinoceronte. Ahora le pides gentilmente que apague la luz de su pieza cuando no la usa y te exige diez dólares, le ruegas que no deje tiradas sus ropas por el suelo y pretende un compact de los Screaming Headless Torsos, le indicas que no apoye los codos sobre la mesa y ruge que necesita una moto japonesa. No te sorprendas, mi amigo. La explicación es muy simple: él está cada vez más parecido a ti mismo, es ya un delincuente como todos nosotros, es uno más de la banda, lo estamos integrando jubilosamente en el clan. Y hay otro detalle: ya no puedes pegarle. Ese coscorrón sonoro sobre el remolino de pelo que tiene en la cabeza, ese manotazo plano sobre sus asentaderas cuando hacía algo malo, ese zamarreo espasmódico tomándolo de un hombro cuando berreaba como un demonio, ya no es atinado. Ahora, te diría que lo pienses muy bien antes de hacerlo. Ayer mismo le levantaste una mano y te miró fijamente, como calculando la resistencia de tus huesos, la oposición que presentaría la piel de tu cuello a la punta doble y metálica de una tijera. Lo miras ahora, mientras duerme, cuando parece recuperar algo de ese toque angelical que poseía en el colegio primario, y ves que su espalda tiene casi el mismo ancho que su almohada, y que los músculos jóvenes de los brazos son protuberancias tensas, como si tuviese sogas que le corrieran bajo la piel. Lo comprobaste, además, no hace mucho, cuando le asestaste un festivo empujón sobre una tetilla, a modo de chanza, y tu mano chocó contra una superficie que tenía la granítica dureza del cemento, una dureza que en tu propio cuerpo de padre sólo podría encontrarse en la hebilla de tu cinturón. Podría matarte con una sola de sus manos, en suma. Perdiste tu oportunidad de pegarle cuando estabas a tiempo. Ahora ya es tarde. Pero no te inquietes, tu hijo está en una etapa de cambios. Su personalidad se retuerce como una culebra caída en el fuego. Varía día tras día, se transforma, muta. Hoy verás a tu hijo silencioso y reconcentrado, como preocupado por un futuro que se le antoja amenazante. Mañana lo verás conversador y tumultuoso, atacado por un hambre feroz que lo llevará a comer cuatro filetes de cerdo acompañados con huevos fritos. Ayer lo habías contemplado esquivo y distante, abocado a leer poemas de Verlaine y de Rimbaud. Su alma es una suerte de masilla blanduzca, que se modifica y amolda a las presiones que recibe. Aparece un día diciendo que quiere ser jugador de basquet, y no se saca durante 24 horas esa ridícula gorra de los Dodgers. Al día siguiente opina que su destino está en la Bolsa de Valores y se empecina en lucir un saco oscuro con corbata al tono sobre los pantalones vaqueros. Mañana por la mañana sostendrá que desea sacar la visa para irse a vivir a Rusia y criar allí conejos de angora. Por la tarde confesará que está enamorado y habrá de casarse al poco tiempo. Su perfil, su forma de ser, fluye, se eleva y se distorsiona como esas voluptuosas volutas aceitosas que giran dentro de los cilindros iluminados que suelen ponerse como adorno en las casas de decoración, llenos de un líquido ámbar y moroso. Pero pronto, mucho antes de lo que tú te imaginas, aparecerá el modelo terminado. La naturaleza habrá completado su diseño. Se habrá confirmado la curva de su mandíbula, encontrará su diámetro la extensión de la cintura y las excrecencias de la piel se harán más y más infrecuentes en las inmediaciones de la nariz y la boca. Hasta la voz ya no le patinará tanto en algunos tonos, adquiriendo un matiz más parejo y previsible. Pero lo más importante: podrá advertirse una estructura firme, un andamiaje que sostenga a una personalidad definitiva y consolidada. Y entonces, mi querido amigo, padre y custodio de un adolescente, cuanto tu hijo haya adquirido ya una personalidad concreta, sólida, palpable, buena o mala pero propia, definida, conocerá a una mujer. Conocerá a una mujer y esa mujer intentará cambiarlo.


Tomado de Te digo más... y otros cuentos, de Roberto Fontanarrosa. Publicado por Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 2001

jueves, 18 de octubre de 2012

LA GRAFOLOGÍA ES CAPAZ DE IDENTIFICAR ESCRITOS DE SUICIDAS. publicado por E: Agulera



LA GRAFOLOGÍA ES CAPAZ DE IDENTIFICAR ESCRITOS DE SUICIDAS. 

Más evidencia científica de los alcances de la grafología.
La investigación denominada "Graphology for the diagnosis of suicide attempts: a blind proof of principle controlled study", demuestra que el análisis grafológico es capaz de diferenciar las cartas escritas de pacientes con prontuario suicida, de aquellos que nunca lo han intentad, por cuanto, esta técnica muestra un grado aceptable de precisión y por lo tanto podría convertirse en una herramienta evaluativa o herramienta de decisión en Psiquiatría y Medicina Interna.
Para evaluar la capacidad de dos grafólogos y dos internistas practicantes no capacitados en grafología que debían diferenciar cartas manuscritas por sujetos que habían intentado suicidarse por autointoxicación de las pertenecientes a voluntarios sanos, se realizó un estudio controlado ciego a voluntarios.
Cuarenta pacientes completamente recuperados que habían intentado suicidarse y 40 voluntarios sanos escribieron y firmaron una carta breve con un relato no relacionado con el intento de suicidio o con su estado de salud mental.
1° Los evaluadores clasificaron las 80 letras con rasgos de "suicidio" o "no suicidio".
2° Las cartas que expresaban tristeza se excluyeron del análisis (12 totales), por protocolo, para evitar sesgos interpretativos.
3° El diagnóstico correcto de suicidio y de controles sanos se realizó en, respectivamente, 32 de 40 y 33 de 40 cartas por los grafólogos y en 27 de 40 y 34 de 40 cartas por los internistas.
4° Los tópicos de sensibilidad, especificidad, valor predictivo positivo y valor predictivo negativo fueron advertidos respectivamente por lo grafólogos en un 73, 88, 81 y 82% y en un 53, 89, 80 y 71% para los internistas.
5° Ambos clasificaron las cartas con eficacia significativamente mayor que el azar (p <0,001), sin diferencias estadísticamente significativas entre los dos grupos de evaluadores.
6° Se llega a la conclusión que la grafología puede aportar como herramienta coadyuvante identificatoria de rasgos suicidas.
Ref.:
Mouly, S., Mahé, I., Champion, K., Bertin, C., Popper, P., De Noblet, D. and Bergmann, J. F. (2007), Graphology for the diagnosis of suicide attempts: a blind proof of principle controlled study. International Journal of Clinical Practice, 61: 411–415. doi: 10.1111/j.1742-1241.2006.00960.x

Graphology for the diagnosis of suicide attempts: a blind proof of... onlinelibrary.wiley.com

Mouly, S., Mahé, I., Champion, K., Bertin, C., Popper, P., De Noblet, D. and Bergmann, J. F. (2007), Graphology for the diagnosis of suicide attempts: a blind proof of principle controlled study. International Journal of...
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