No es lo mismo leer que escuchar
¿Qué mecanismos usamos para comprender el lenguaje escrito y oral? ¿Su estudio puede mejorar el aprendizaje en la educación? Jazmín Cevasco explica las diferentes estrategias que usamos para comprender lo que nos dicen.
Entender cómo
entendemos lo que leemos o escuchamos aporta herramientas que mejoran la
interpretación de los textos escolares y la comunicación entre el estudiante y
su profesor.
Comprender el
discurso oral y escrito es central para nuestro desempeño social y nos permite
construir una representación mental del discurso, no como un agregado de trozos
individuales de información, sino como una estructura coherente. Uno de los
hallazgos de mayor impacto fue descubrir que es necesario que existan
conexiones entre enunciados, y entre éstos y nuestro conocimiento previo para
poder entender lo que estamos leyendo o escuchando.
Algunas de las
preguntas que han examinado los estudios acerca de este tema se centraron en el
efecto de la cantidad de conexiones causales (es decir, vínculos de
causa-efecto) que un enunciado tiene con otros. Una conexión causal existe
entre dos enunciados cuando podemos decir que si uno de ellos no hubiera
ocurrido (el que consideramos causa), el otro tampoco lo hubiera hecho
(el que consideramos consecuencia).
A su vez, el que
consideramos causa debe haber ocurrido antes del que consideramos consecuencia,
y el primero debe estar activo cuando ocurre el segundo. Por ejemplo, ‘María
y su hermana tiraron accidentalmente la pelota contra el vidrio del vecino. El
vidrió se rompió‘.
Los resultados de
los estudios realizados sugieren que los lectores y oyentes reconocen y
recuerdan mejor los enunciados que tienen más conexiones causales que aquellos
con menos conexiones.
Es decir que si
pedimos a estudiantes que cuenten por escrito un material que leyeron o
escucharon (tal como un segmento de un programa de radio sobre Ciencias
Sociales o su transcripción), tienden a incluir en mayor medida los enunciados
que tienen más conexiones causales que los que tienen menos, y a distinguirlos
más fácilmente de enunciados que no fueron parte de lo leído o escuchado.
Establecer
conexiones entre enunciados nos permite generar inferencias, es decir activar
información no mencionada explícitamente por el hablante o el autor de un
texto. Por ejemplo, si leemos o escuchamos ‘Después del debate, el cansado
orador se dirigió a la silla’ podemos inferir ‘el orador va a sentarse’.
Otra pregunta que
se ha investigado se relaciona con el efecto de la modalidad en que el discurso
es presentado: es importante comparar la comprensión durante la lectura y la
escucha ya que existen características que las diferencian, y ambas modalidades
son centrales para el ámbito educativo.
Por ejemplo, el
discurso oral requiere ser procesado mientras es producido, incluye errores del
habla (como correcciones y repeticiones de palabras que realiza el hablante), y
a su vez permite la transmisión de información no verbal (tal como la
entonación o volumen con que es producido un enunciado), entre otras.
Por otro lado, el
discurso escrito brinda la posibilidad de procesarlo a nuestro propio tiempo y
de re-leer secciones, pero no permite la transmisión de información no verbal.
Los estudios que han comparado la comprensión de segmentos de discurso en ambas
modalidades sugieren que la lectura conduce a un mejor recuerdo y
reconocimiento de enunciados que la escucha, y a un mayor establecimiento de
conexiones causales entre ellos.
Una tercera
pregunta es si los marcadores del discurso facilitan la comprensión. Éstos
pueden definirse como palabras o frases cortas (‘porque’, ‘por el
contrario’, ‘y’) que especifican cómo conectar enunciados adyacentes. Los
estudios realizados sugieren que su uso ayuda a recordar y reconocer los
enunciados que vinculan. Por ejemplo: “En la Edad Media el viejo era
el pecador. Por el contrario, el
joven representaba la salvación de Cristo” versus “En la Edad Media el viejo era
el pecador. El joven representaba la salvación de Cristo”.
Este efecto parece
ser mayor para el discurso oral que el escrito. Es decir, integrar dos
enunciados, sin un marcador los vincule, resulta más difícil cuando escuchamos
que cuando leemos.
Las conclusiones
de estos estudios pueden ayudarnos a pensar acerca de la promoción del
aprendizaje en el ámbito educativo. Por ejemplo, dado que los estudiantes
parecen recordar mejor un material si es leído que escuchado, puede ser
importante que accedan a la misma información que los profesores exponen en
forma oral, pero de forma escrita (lo que podría darse a través de
transcripciones o de envío del material en que se basó una clase). Esto les
brindará la posibilidad de re-leer los segmentos que les resulten más difíciles
de comprender, y de ser más capaces de establecer conexiones causales entre sus
enunciados.
Por otra parte,
cuando el profesor dicta una clase, puede ser recomendable que incluya
marcadores del discurso entre sus enunciados, ya que sin ellos puede ser más
difícil que los estudiantes los integren. En cuanto a conexiones causales,
éstas parecen beneficiar la comprensión del discurso tanto escrito como oral.
Por lo tanto, puede ser favorable que el profesor intente establecerlas cuando
expone un tema.
Fuente: CONICET Por
Jazmin Cevasco
Investigadora
asistente del CONICET en la
Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos
Aires. Obtuvo su licenciatura en Psicología en la UBA, y tiene un doctorado en
la misma disciplina en la
Universidad de Minnesota. Su tema de tesis fue “El rol de los
marcadores del discurso en la comprensión del discurso oral espontáneo”.